Antes de íberos, celtas, fenicios, griegos o tartesos, estaban los atlantes, aquellos habitantes de la civilización más avanzada que desaparecieron —quizá por un terremoto o un gran diluvio— por completo hace 11.000 año. Su nombre evoca a esos otros continentes perdidos como la Hiperboria, Lemuria o Mu, cuyo recuerdo permanecen sumergidos por el olvido.
Atlantis es el germen de nuestra propia civilización, su imperio se extendió por el planeta —es posible que los mitos griegos tuvieran su nacimiento atlante en Iberia—, una gran ciudad portuaria comercial, en la que entraban y salían embarcaciones con sus míticos metales. Intuimos e imaginamos un inmenso legado de tecnología, conocimientos, barcos, carros, riqueza, minas, construcciones, cultura, ídolos oculados, reinos sagrados... Su origen, envuelto en el mito, la leyenda y la fantasía, aún sigue siendo uno de los grandes enigmas para los arqueólogos, algunos creen podría encontrarse en las costas de Cádiz, cerca de las Columnas de Hércules, en el "extremo del mundo" que mencionaban los clásicos de la Antigüedad.
¿Fue la ciudad perdida que estaba bajo el agua de la que hablaba Platón? ¿Invadieron los atlantes Egipto? ¿Fue la gran esfinge de Guiza vestigio de la Atlántida? ¿Construyeron los atlantes las pirámides? ¿Comerciaron con el rey Salomón? ¿Llegaron sus navegantes a América? ¿Aniquilaron la civilización de los Lemures? ¿Fue quizá Tartesos la Atlántida?...
Muchos misterios y claves secretas de esta legendaria civilización a descifrar, un arcano que ha quedado en el imaginario colectivo de ciudad única y resplandeciente que misteriosamente se volatilizó... quizá ese deba ser su verdadero legado, el recuerdo permanente de cómo podríamos acabar si descuidamos lo importante, pues como avisan los textos clásicos y los sabios sobre la historia cíclica del mundo donde una humanidad sabia y avanzada es aniquilada a través de una gran catástrofe, de un implacable castigo divino…