El Álbum Bestial de la España Mágica no es un libro cualquiera. Con apariencia de álbum de cromos, bucea por la criptozoología, el folklore y la mitología ibérica.
Se puede leer como un bestiario de monstruos, seres elementales y personajes míticos españoles; como una guía de viaje de mundos ocultos, enclaves de energía telúrica y lugares malditos; como un catálogo de tesoros y objetos de poder; o como una invitación a descubrir esa España mágica capaz de reunir las leyendas más extraordinarias y también las más truculentas.
Una colección monstruosa ilustrada por David Mallo e impulsada por Iberian Creatures, que os dejará fascinados y atemorizados a partes iguales.
«Hoc signo tuetur pius, hoc signo vincitur inimicus» («Con este signo es protegido el piadoso, con este signo es vencido el enemigo»). Pelayo atribuyó su éxito a la utilización de este emblema protector. Sea o no más fidedigna la historia que sobre Don Pelayo y la batalla de Covadonga se cuenta: si fue en el 718 o 722, el numero de participantes según las crónicas, los estudios recientes hablando de una algarada de cuatro tíos, que si el termino Reconquista fue acuñado en tiempos contemporáneos... lo cierto es que los mitos y leyendas nos transmiten la visión de lo que creían, sentían y vivían nuestros antepasados en aquella época —no hay que juzgar el pasado con los valores de hoy"—, y ese sentimiento y pensar colectivo en aquel momento clave, de aquel hecho, fue la llama que prendió y motivó que se iniciara un lento pero persistente avance hacia el sur en ese proceso de recuperación del reino perdido, hacia la unidad definitiva de los reinos cristianos, concluida la llamada Reconquista con la toma de Granada en 1492.
La Verdadera Destreza, la tradición española de esgrima basada en la geometría —Las matemáticas del combate: ángulos (para las manos y brazos) y círculos (para los pies y distancias) contra el enemigo— que se remonta desde principios del Siglo de Oro hasta el s. XIX, representa un titánico esfuerzo por poner orden en el caos que supone un duelo con espada. Este arte marcial español fue documentado por primera vez en el tratado "De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana" allá en el año 1582.
[En la imagen un destrecero con espada ropera y daga sobre el círculo de Rada]
La Verdadera Destreza, la tradición española de esgrima basada en la geometría —Las matemáticas del combate: ángulos (para las manos y brazos) y círculos (para los pies y distancias) contra el enemigo— que se remonta desde principios del Siglo de Oro hasta el s. XIX, representa un titánico esfuerzo por poner orden en el caos que supone un duelo con espada. Este arte marcial español fue documentado por primera vez en el tratado "De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana" allá en el año 1582.
[En la imagen un destrecero con espada ropera y daga sobre el círculo de Rada]
La Verdadera Destreza, la tradición española de esgrima basada en la geometría —Las matemáticas del combate: ángulos (para las manos y brazos) y círculos (para los pies y distancias) contra el enemigo— que se remonta desde principios del Siglo de Oro hasta el s. XIX, representa un titánico esfuerzo por poner orden en el caos que supone un duelo con espada. Este arte marcial español fue documentado por primera vez en el tratado "De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana" allá en el año 1582.
[En la imagen un destrecero con espada ropera y daga sobre el círculo de Rada]
La Verdadera Destreza, la tradición española de esgrima basada en la geometría —Las matemáticas del combate: ángulos (para las manos y brazos) y círculos (para los pies y distancias) contra el enemigo— que se remonta desde principios del Siglo de Oro hasta el s. XIX, representa un titánico esfuerzo por poner orden en el caos que supone un duelo con espada. Este arte marcial español fue documentado por primera vez en el tratado "De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana" allá en el año 1582.
[En la imagen un destrecero con espada ropera y daga sobre el círculo de Rada]
La Verdadera Destreza, la tradición española de esgrima basada en la geometría —Las matemáticas del combate: ángulos (para las manos y brazos) y círculos (para los pies y distancias) contra el enemigo— que se remonta desde principios del Siglo de Oro hasta el s. XIX, representa un titánico esfuerzo por poner orden en el caos que supone un duelo con espada. Este arte marcial español fue documentado por primera vez en el tratado "De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana" allá en el año 1582.
[En la imagen un destrecero con espada ropera y daga sobre el círculo de Rada]
La Verdadera Destreza, la tradición española de esgrima basada en la geometría —Las matemáticas del combate: ángulos (para las manos y brazos) y círculos (para los pies y distancias) contra el enemigo— que se remonta desde principios del Siglo de Oro hasta el s. XIX, representa un titánico esfuerzo por poner orden en el caos que supone un duelo con espada. Este arte marcial español fue documentado por primera vez en el tratado "De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana" allá en el año 1582.
[En la imagen un destrecero con espada ropera y daga sobre el círculo de Rada]
Según cuenta la leyenda neozelandesa, Tamanuitera ( El Sol en Maorí ) cabalgaba tan velozmente por las cordilleras del cielo que al hombre apenas le daba tiempo a percibirlo, hasta que un día Maui, el intrépido e ingenioso semidiós del mar, trenzó un mechón de pelo de su hermana junto con hilo verde para coserlo a modo de red e ir a los confines de la tierra para capturar al Sol. Una vez allí, después de una tediosa pelea Tamanuitera prometió pasar por los cielos más despacio para dar tiempo a los hombres a disfrutarlo y aprovecharse de sus importantes beneficios. Hay quien dice que los rayos del Sol son las cuerdas mágicas que en su día intentaron atrapar a Tamanuitera.
En la cultura Maorí el Sol representa el calor y la energía, la eternidad como fuente de luz, inteligencia, liderazgo, riqueza, grandeza, pasión, deseo, determinación en la vida, poder y protección.
Cuenta la leyenda que en un lugar del pacífico llamado Teaoturoa, vivía un apuesto guerrero llamado Mataora que quedó cautivado por la belleza exótica e irresistible de una mujer del inframundo, hija de Uetonga, descendiente de la diosa de la noche y el dios de los terremotos, de nombre Niwareka. Tan prendado quedó que le pidió matrimonio y ella accedió a quedarse en su mundo. Las cosas funcionaban hasta que en un desdichado día el aguerrido Mataora entró en cólera y violentamente maltrató a la princesa. Ahogada en su tristeza, abandonó a su esposo, regresando a Rarohenga, a su antigua vida subterránea. Las nubes lloraban, los arboles gritaban, los ríos sangraban... las súplicas del guerrero retumbaban en las profundidades de la tierra. Arrepentido de sus actos descendió en busca de su amada para implorarle el perdón. Uetonga que lo reconoció al llegar, soltó una gran carcajada pues la pintura corporal del héroe se había borrado por el camino. Desnudo de vergüenza, expuso su dolor en lagrimas de arrepentimiento, a lo que el misericordioso Rey perdonó tatuándole permanentemente y le mostró el arte del Ta Moko. Reconciliados, regresaron del más allá, donde enseñaron generación tras generación esta técnica del tatuaje tradicional maorí de Nueva Zelanda.
Cuenta la leyenda que en un lugar del pacífico llamado Teaoturoa, vivía un apuesto guerrero llamado Mataora que quedó cautivado por la belleza exótica e irresistible de una mujer del inframundo, hija de Uetonga, descendiente de la diosa de la noche y el dios de los terremotos, de nombre Niwareka. Tan prendado quedó que le pidió matrimonio y ella accedió a quedarse en su mundo. Las cosas funcionaban hasta que en un desdichado día el aguerrido Mataora entró en cólera y violentamente maltrató a la princesa. Ahogada en su tristeza, abandonó a su esposo, regresando a Rarohenga, a su antigua vida subterránea. Las nubes lloraban, los arboles gritaban, los ríos sangraban... las súplicas del guerrero retumbaban en las profundidades de la tierra. Arrepentido de sus actos descendió en busca de su amada para implorarle el perdón. Uetonga que lo reconoció al llegar, soltó una gran carcajada pues la pintura corporal del héroe se había borrado por el camino. Desnudo de vergüenza, expuso su dolor en lagrimas de arrepentimiento, a lo que el misericordioso Rey perdonó tatuándole permanentemente y le mostró el arte del Ta Moko. Reconciliados, regresaron del más allá, donde enseñaron generación tras generación esta técnica del tatuaje tradicional maorí de Nueva Zelanda.
Cuenta la leyenda que en un lugar del pacífico llamado Teaoturoa, vivía un apuesto guerrero llamado Mataora que quedó cautivado por la belleza exótica e irresistible de una mujer del inframundo, hija de Uetonga, descendiente de la diosa de la noche y el dios de los terremotos, de nombre Niwareka. Tan prendado quedó que le pidió matrimonio y ella accedió a quedarse en su mundo. Las cosas funcionaban hasta que en un desdichado día el aguerrido Mataora entró en cólera y violentamente maltrató a la princesa. Ahogada en su tristeza, abandonó a su esposo, regresando a Rarohenga, a su antigua vida subterránea. Las nubes lloraban, los arboles gritaban, los ríos sangraban... las súplicas del guerrero retumbaban en las profundidades de la tierra. Arrepentido de sus actos descendió en busca de su amada para implorarle el perdón. Uetonga que lo reconoció al llegar, soltó una gran carcajada pues la pintura corporal del héroe se había borrado por el camino. Desnudo de vergüenza, expuso su dolor en lagrimas de arrepentimiento, a lo que el misericordioso Rey perdonó tatuándole permanentemente y le mostró el arte del Ta Moko. Reconciliados, regresaron del más allá, donde enseñaron generación tras generación esta técnica del tatuaje tradicional maorí de Nueva Zelanda.