La historia y la herencia cultural africana tiene una deuda con las tribus zulús, y especialmente con su brillante líder Shaka Zulu, aquel guerrero brutal que consiguió unir, a sangre y hierro, en un solo reino a todas las facciones tribales dispersas del Sur de Africa. Fiero como una pantera su fama internacional le llegó de sus enfrentamientos con los Boers. Militarmente preparadas y aleccionadas frente a la dominación de los blancos, las tribus zulús protegieron sus tierras durante años frente a la explotación y el colonialismo. Hoy, Shaka, es un símbolo nacional, y las tradiciones y valores que forjó durante su Imperio aún resuenan en el continente negro.

Los Indios, grandes guerreros, granjeros y nómadas. Tribus sagradas con lazos ancestrales establecidos entre sí en Alaska, Hawai y el resto de los Estados Unidos, que formaron la cultura milenaria de los "pieles rojas". Nativos americanos fueron los sioux, arapajoes, apache, cheyenne o cherokee y sus famosos líderes como Geronimo, Crazy Horse, Sitting Bull que evocan las luchas épicas de la conquista del salvaje oeste.

El ejemplo supremo de la civilización india era el guerrero. Sus infinitas virtudes lo convierten en una figura admirable. Y para ser un buen guerrero como lo entendían, no era suficiente tener un valor extraordinario; había que ser generoso, desapegado, austero y noble: un verdadero caballero. Era una forma de vida, un camino hacia la perfección.

Cómo no dejarse seducir por esa visión romántica que envuelve la figura de los Tuaregs, estos príncipes del desierto: irreductibles e indómitos guerreros, nómadas y pastores que viajaban en elegantes camellos por esas tierras infinitas, poderosos y temidos a la vez, cuya valentía y fiereza estaba a la altura de su gran nobleza, conocidos como uno de los últimos pueblos libres, cuya supervivencia estaba sometida a la rudeza del desolado paisaje que obligaba a estos rebeldes y bandoleros, al pillaje y al control de las rutas del comercio carabinero. 

Este es nuestro homenaje a las temibles y honorables samurai Onna-Bugeisha.

Guerreras como la emperatriz Jingū que desafió las normas sociales de su época, o la feroz y leal Tomoe Gozen, que según narra el poema épico del siglo XIII el Cantar de Heike, fue una jinete temeraria a la que ni el caballo más bravo ni la tierra más agreste podían amedrentar, capaz de, con su diestro manejo de la espada y el arco, encarar a mil aguerridos guerreros; o Nakato Takeko que, instruida en las artes marciales de la naginata (la katana femenina), dirigió la famosa unidad femenina Joshitai y que antes de ser capturada por sus enemigos, pidió a su hermana que le cortara la cabeza, siguiendo el ritual Seppuku.

La imagen de la camiseta es una adaptación de Tomoe Gozen retratada por Kikuchi Yōsai.

El historiador griego Herodoto dejó escrito sobre las amazonas escitas que ya desde niñas aprendían a usar el arco curvado y la flecha. El águila y el caballo sus compañeros inseparables. Llegaron a ser jinetes expertas que nutrían las filas de sus ejércitos. Tatuadas con animales fantásticos que les infundía poderes mágicos, su valentía les llevó a liderar a las tribus nómadas. Héroes como Hércules o Alejandro sucumbieron a su poder seductor. Entre las guerreras de las estepas hay que mencionar a Tomiris, que derrotó y mató al mismísimo Cirio II, o Khutulun la princesa mongola que jamás fue derrotada (ni en el campo de batalla ni en la lucha libre tradicional Bökh). Generaciones enteras de mujeres que lucharon valientemente y ayudaron a poner a raya a Roma, Grecia, China y Persia.

Este es nuestro homenaje a las temibles y honorables samurai Onna-Bugeisha.

Guerreras como la emperatriz Jingū que desafió las normas sociales de su época, o la feroz y leal Tomoe Gozen, que según narra el poema épico del siglo XIII el Cantar de Heike, fue una jinete temeraria a la que ni el caballo más bravo ni la tierra más agreste podían amedrentar, capaz de, con su diestro manejo de la espada y el arco, encarar a mil aguerridos guerreros; o Nakato Takeko que, instruida en las artes marciales de la naginata (la katana femenina), dirigió la famosa unidad femenina Joshitai y que antes de ser capturada por sus enemigos, pidió a su hermana que le cortara la cabeza, siguiendo el ritual Seppuku.

La imagen de la camiseta es una adaptación de Tomoe Gozen retratada por Kikuchi Yōsai.

Los samurais eran la casta más noble de soldados que sirvió al emperador. Sus vidas de honor, lealtad y justicia, estaban estrictamente regidas por el código Bushido. Los siete principios o virtudes del bushido es un código ético que todo buen guerrero samurai debía seguir llegando incluso a entregar su vida si fuera necesario: 義 Gi (justicia), 禮 Rei (respeto, cortesía), 勇 Yu (coraje), 名誉 Meiyo (honor), 仁 Jin (benevolencia), 誠 Makoto (honestidad), 忠義 Chuugi (lealtad).

«Bushido se realiza en presencia de la muerte. Esto significa elegir la muerte siempre que haya una elección entre la vida y la muerte. No hay otro razonamiento». Yamamoto Tsunetomo. «Bushido se trata de experimentar la vida en cada respiración. Ver la vida en las cosas más simples. Hay belleza y honor en eso». Renée Ahdieh.

Los samurais eran la casta más noble de soldados que sirvió al emperador. Sus vidas de honor, lealtad y justicia, estaban estrictamente regidas por el código Bushido. Los siete principios o virtudes del bushido es un código ético que todo buen guerrero samurai debía seguir llegando incluso a entregar su vida si fuera necesario: 義 Gi (justicia), 禮 Rei (respeto, cortesía), 勇 Yu (coraje), 名誉 Meiyo (honor), 仁 Jin (benevolencia), 誠 Makoto (honestidad), 忠義 Chuugi (lealtad).

«Bushido se realiza en presencia de la muerte. Esto significa elegir la muerte siempre que haya una elección entre la vida y la muerte. No hay otro razonamiento». Yamamoto Tsunetomo. «Bushido se trata de experimentar la vida en cada respiración. Ver la vida en las cosas más simples. Hay belleza y honor en eso». Renée Ahdieh.

Este es nuestro homenaje a las temibles y honorables samurai Onna-Bugeisha.

Guerreras como la emperatriz Jingū que desafió las normas sociales de su época, o la feroz y leal Tomoe Gozen, que según narra el poema épico del siglo XIII el Cantar de Heike, fue una jinete temeraria a la que ni el caballo más bravo ni la tierra más agreste podían amedrentar, capaz de, con su diestro manejo de la espada y el arco, encarar a mil aguerridos guerreros; o Nakato Takeko que, instruida en las artes marciales de la naginata (la katana femenina), dirigió la famosa unidad femenina Joshitai y que antes de ser capturada por sus enemigos, pidió a su hermana que le cortara la cabeza, siguiendo el ritual Seppuku.

La imagen de la camiseta es una adaptación de Tomoe Gozen retratada por Kikuchi Yōsai.

Este es nuestro homenaje a las temibles y honorables samurai Onna-Bugeisha.

Guerreras como la emperatriz Jingū que desafió las normas sociales de su época, o la feroz y leal Tomoe Gozen, que según narra el poema épico del siglo XIII el Cantar de Heike, fue una jinete temeraria a la que ni el caballo más bravo ni la tierra más agreste podían amedrentar, capaz de, con su diestro manejo de la espada y el arco, encarar a mil aguerridos guerreros; o Nakato Takeko que, instruida en las artes marciales de la naginata (la katana femenina), dirigió la famosa unidad femenina Joshitai y que antes de ser capturada por sus enemigos, pidió a su hermana que le cortara la cabeza, siguiendo el ritual Seppuku.

La imagen de la camiseta es una adaptación de Tomoe Gozen retratada por Kikuchi Yōsai.