Hoy traemos el Eros, como mediador de caminos iniciáticos, pero no los confundamos con los caminos de la metafísica del sexo, como forma de conquista, liberación y empoderamiento en una pareja que recorren la vía alquímica y hermética de la mano izquierda, que en un futuro dará sin duda para un gran diseño sobre magia sexual y androginia en la raza primordial, hoy queremos tan sólo hacer una pequeña aproximación a la sexualidad en el mundo antiguo griego.
Decir de los griegos que ni eran homosexuales, ni eran heterosexuales tal y como lo entendemos en la actualidad, la cosa sucedía de otra manera. No podemos acercarnos al genero y la sexualidad abierta y libre en la Antigüedad Griega con los parámetros modernos actuales, con prejuicios de mentalidad puritana o judeocristiana. Digamos que los griegos eran algo así como “heteroflexibles” —hoy diríamos bisexuales—, aunque no era esto exactamente.
La Antigua Grecia fue, además de la cuna de la democracia y de la filosofía occidental, una sociedad dedicada al culto de la belleza y al cuerpo como expresión de valores estrechamente relacionado con la areté (la virtud), con la perfección del universo y las proporciones perfectas de los dioses —cuanto más parecido a ellos más habías sido bendecido. Su ideal de belleza era el masculino, esto es así. La representación del cuerpo femenino desnudo estaba reservada, casi de forma exclusiva, al culto de divinidades asociadas con la fertilidad humana o de la tierra —ahí tenemos a la diosa del amor Afrodita— y las escenas eróticas reproducidas en vasos simposiacos. La mujer en general estaba subordinada a la superioridad del varón y a menudo se veía a las féminas hermosas como femme fatale, mujeres peligrosas, recordemos la tragedia griega con Helena de Troya y Medea.
Las relaciones sexuales estaban dirigidas o bien para perpetuar a la especie (legitimidad, herencias, linajes) dentro de la institución fundamental para los griegos del matrimonio o bien para satisfacer las necesidades masculinas —tanto con mujeres, esclavas, prostitutas y hetairas que, a diferencia de las pornai, eran aquellas “señoritas de compañía” libres preparadas cultural e intelectualmente cuyas opiniones y creencias eran muy respetadas por la sociedad y que participaban en los simposios griegos ofreciendo, además, danzas, música y conversación de nivel—, y no siempre como complemento del amor —si bien es cierto que había parejas que se amaban, sobre todo antes del matrimonio—, pues ese estadío espiritual no solía trascender junto a una mujer, y se consideraba el amor como el sexo entre dos hombres una experiencia superior que nada tenía que ver con desviaciones sexuales o actos depravados.
Las relaciones homosexuales —poco frecuentes en mujeres, quizá por falta de documentación, a la memoria nos viene la representación de la poeta Safo de Lesbos— no alteraba el estatus social o prestigio de las personas, los encuentros entre dos hombres estaba orientada hacia la formación de los jóvenes, como práctica pedagógica, una preparación para la virilidad como incitación a la adultez, nunca contemplada eso sí en la vida familiar que era el centro fundamental de la sociedad. Erastes y Erómenos, maduros (parte activa) y experimentados de “grandeza espiritual” con misión protectora enseñaban a sus amantes, los jóvenes (parte pasiva) para mejorar, superarse, saber gobernar, aleccionarse en la vida de milicia… dotes que le servirían para su vida entera, a cambio el efebo ofrecía su belleza y su compromiso, en una relación de amistad que se forjaba a fuego. El ideal platónico era una relación espiritual no carnal si bien el arte griego, tal como hemos representado, nos da muestras de esas relaciones físicas (donde la virtud y la fuerza del hombre maduro se transmitía al joven a través de distintos actos sexuales). Por eso las relaciones entre jóvenes que tan sólo buscaban el mero placer físico eran rechazadas socialmente —igual de mal vistas estaban las relaciones que se perpetuaban entre maduritos.
Obviamente con este diseño no queremos hacer apología de nada, y menos ofender o degradar a nadie. He aquí que hemos simplemente recogido imágenes de vasos y cerámicas como muestra gráfica de la concepción sexual en la Grecia Antigua, vista con los ojos de hoy, dirán mas libre en muchos aspectos y en otros más degradante, en cualquier caso tan sólo queremos mostrar una visión ancestral normalizada en el mundo heleno.