Mucho sabemos sobre los temibles, honorables y guerreros samurais, luchando y cortando cabezas con sus ensangrentadas katanas, sin miedo a morir gracias al constante susurro de su código bushido; pero poco sabemos —a excepción de algún friqui por los videojuegos y las series animes— del legado de las igualmente temibles, honorables y guerreras samurai Onna-Bugeisha.

La visión histórica occidental pasó por alto a estas osadas e intrépidas samurais, tampoco la mirada del tradicionalismo nipón ayudó en este sentido demasiado, que relegaba a las mujeres a un papel de sumisión.

Guerreras como la emperatriz Jingū que desafió las normas sociales de su época, o la feroz y leal Tomoe Gozen, jinete temeraria a la que ni el caballo más bravo ni la tierra más agreste podían amedrentar, capaz de, con su diestro manejo de la espada y el arco, encarar a mil aguerridos guerreros; o Nakato Takeko que, instruida en las artes marciales de la naginata (la katana femenina), dirigió la famosa unidad femenina Joshitai y antes de ser capturada por sus enemigo, pidió a su querida hermana que le hiciera un ultimo favor, que cogiera su espada y le cortara la cabeza, siguiendo el ritual Seppuku.

Este es nuestro homenaje a estas audaces mujeres que sin duda merecen ser incluidas en el legado de la historia ancestral japonesa.

Tomoe Gozen era una guerrera que valía por mil guerreros, dispuesta enfrentarse con un demonio o un dios, a caballo o a pie...