Los primeros guerreros de la peninsula ibérica fueros fieros y fieles Íberos que defendían con su muerte a sus jefes o caudillos. Eran Jinetes expertos que portaban arcos, flechas y la temida Falcata que usaban hasta el final de la batalla. Igual que los hombres, las mujeres, además de dedicarse al ganado y al cultivo, participaban también de la vida guerrera y de la Asamblea donde se tomaban las decisiones importantes de los estados tribales. Dedicados al culto de deidades femeninas (símbolo de creación y fertilidad), también ofrecían ritos al Sol y la Luna. En sus templos, adornados con esculturas de sagrados lobos —que representaban el ardor guerrero, el culto a la noche y el guía en el más allá—, se celebraban mágicas ceremonias oficiadas por famosas sacerdotisas como la Dama de Elche.

Traídos desde la India por los Macedonios e incorporados a los ejércitos Europeos, los poderosos y fieros —aunque pacíficos e inteligentes— elefantes fueron usados como armas de choque durante las Guerras Púnicas. Con ellos, Aníbal, aquel gran estratega que juró odio eterno a los romanos, cruzó los Alpes para invadir Italia. Andando los años el vanagloriado general caería derrotado como su Cartago natal —Como ya había augurado Catón: Delenda est Carthago. Finalmente los elefantes de la Antigua Civilización Cartaginense tampoco fueron decisivos en las guerras por el domino del Mediterráneo, si bien su enorme sufrimiento, su entrega y su triste final merecen este pequeño homenaje.

No existe pueblo más temido que el vikingo, han pasado a la historia como invasores bárbaros, crueles y despiadados guerreros del norte que saqueaban, conquistaban y mataban con sus mortales hachas, sin embargo fueron increíbles navegantes, comerciantes y descubridores, cuyas historias míticas resonaron en el antiguo oriente. Sus leyendas y poemas, escritas en antiguas y mágicas runas, relatan alianzas y escaramuzas entre clanes y aldeas, historias mitológicas donde aparecen los aguerridos dioses de Asgard, Thor, Migdar, Odin, el Ragnarok o el Valhalla, aquel majestuoso salon de los caídos donde habitaban, guiados por las valquirias, los guerreros muertos en batalla…

Aventureros, guerreros, supervivientes, nómadas, bárbaros y saqueadores, los épicos godos cruzaron la mitad del mundo, viviendo episodios míticos. Relacionados con el universo nórdico, adoraron al reino de Asgard, sus águilas y cuervos, que susurraron a Odin el pensamiento y la memoria de los mortales, los guiaron desde los rincones legendarios de Escandinavia, cruzando los Balcanes hacia el oeste. Vieron la caída del Imperio Romano y el surgimiento del musulmán, y construyeron un nuevo y poderoso estado hispano donde convivieron con las tres culturas.

Cuando nos adentramos en la extraordinaria historia de la Antigua Roma nos topamos con sus legiones, sus conquistas, sus épicas batallas, sus emperadores y su inmenso Imperio, sus mitos fundacionales y sus dioses, el principio de ciudadanía, el derecho, el senado y el pueblo romano (SPQR), pero también nos topamos con historias de persecución, de comerciantes de esclavos por el Mare Nostrum, de prisioneros de guerra y gladiadores que luchaban heroicamente en la arena del Coliseo para conquistar su libertad —muchos de ellos, eso sí, enfrentados en los anfiteatros atraídos por la búsqueda de reconocimiento, fama y gloria.

Herodoto dejó escrito sobre el heroísmo de los 300 espartano encabezados por el rey Leonidas que fueron capaces con su sacrificio —frente a los persas de Jerjes I en las Termopilas— de detener el avance asiático, dando la oportunidad a los griegos de organizarse y en Salamina salvar la democracia. Cuando nos acercamos al mito y la leyenda, a veces la propaganda nos aleja demasiado de la realidad. No podemos olvidar que dentro de la sociedad esclavista de la Antigua Grecia, la sociedad espartana era extremadamente cruel, controladora y opresiva, cuyo ciudadanos estaban consagrados al “arte de la guerra” gracias a la inestimable “ayuda” de los ilotas, “esclavos” que se partieron el lomo para sostener a los espartanos hasta que al fin se rebelaron y fueron liberados allá por el 371a.c

Déjate seducir por el mundo mágico de la mitología griega. Una odisea te espera en la tierra de los antiguos dioses y diosas griegas, heroínas y héroes, sitios secretos, poemas homéricos... si en el horizonte ves un enorme Caballo de madera, no te dejes engañar, es cosa de los Aqueos, que se ocultan en el interior para introducirse a través de la majestuosa puerta de la ciudad fortificada de Troya, podría ser el final.... Y es que los griegos no olvidan que Paris se enamorara perdidamente de Helena de Esparta y la raptara. Ahí empezó todo, la guerra contra los troyanos, los héroes de la Antigüedad, Aquiles, Áyax, Héctor... las epopeyas cantadas en la Iliada... 

Los Bardos hacen resonar sus viejas melodías… Sus poemas y canciones nos trasladan a la mítica Edad del Hierro, al cautivador mundo celta, donde guerreros legendarios, feroces e indisciplinados han poblado Europa. Armados con escudo de piel, espada de hierro, lechada de cal sobre su cabello, cubiertos con la piel de la cabeza de lobo y el cuerpo casi desnudo han conseguido saquear Roma y llegar hasta la mismísima Delfos, en Grecia. 

Sus dioses paganos y el culto a la naturaleza nos desvelan una civilización mágica y mística, liderada por poderosos druidas que cada año anuncian el Samhain, la celebración del final de las cosechas y el comienzo de la estación oscura, donde los espíritus de los muertos vagan libremente...

Allá, en el fin de la tierra conocida no hay más que tinieblas y temibles criaturas demoníacas… Cuenta el oráculo de Delfos que el héroe de la mitología griega Heracles (Hércules en romano) para purificar sus crímenes y resarcirse ante los dioses debería realizar 12 tareas solicitadas por el mismísimo rey Euristeo en lugares extremadamente remotos.  Su último trabajo le llevó a los confines de las tierras más lejanas jamas pisadas por el hombre. Allí luchó y dio muerte a un monstruo de 2 cabezas, y colocó, para señalizar que había estado en el fin del mundo, dos imponentes columnas (que separaban la cordillera del antiguo y del nuevo mundo), junto a la inscripción Non Terrae Plus Ultra, la última frontera de los navegantes, donde ni el marinero más osado debería atreverse a traspasar… 

No todos los que vagan están perdidos… Podría simbolizar una brújula o el Vegvísir de los gigantes del Norte, pero la verdad es que es la adaptación de el hombre de Vitruvio de Da Vinci para poder acercarnos a la anatomía Vikinga. Cliches aparte, ¿fueron musculosos, altos, rubios y de ojos azules, tatuados, con unas barbas y un pelazo que te cagas? Pues sí, con matices. Lo del toque escandinavo hay que decir que había también diversidad étnica debido a las migraciones y raptos por Europa, su fortaleza era la de los granjeros polifacéticos que tan pronto guerreaban, pescaban o cultivaban. Que acojonaban por eso de la estatura, las hachas, los saqueos y esos "detallitos" que nos han contado, hay decir que no eran más terroríficos y violentos que otros pueblos o civilizaciones de la época.

Los primeros guerreros de la peninsula ibérica fueros fieros y fieles Íberos que defendían con su muerte a sus jefes o caudillos. Eran Jinetes expertos que portaban arcos, flechas y la temida Falcata que usaban hasta el final de la batalla. Igual que los hombres, las mujeres, además de dedicarse al ganado y al cultivo, participaban también de la vida guerrera y de la Asamblea donde se tomaban las decisiones importantes de los estados tribales. Dedicados al culto de deidades femeninas (símbolo de creación y fertilidad), también ofrecían ritos al Sol y la Luna. En sus templos, adornados con esculturas de sagrados lobos —que representaban el ardor guerrero, el culto a la noche y el guía en el más allá—, se celebraban mágicas ceremonias oficiadas por famosas sacerdotisas como la Dama de Elche.